Uno de cincuenta y seis.


Él ya estaba terminando su día, solo faltaba por llegar a su casa, echarse un baño de agua fría y preparar la ensalada cesar para cenar y poder darle al cuerpo el descanso que se merece durmiendo, el hilo musical de los vagones del metro lo tenía un poco molesto y solo pensaba en tomar algo de agua, comer y dormir; las puertas del vagón se abren y es el primero en salir, muy poca gente se baja en la estación, él recorre el corto pasillo donde al final del mismo están las escaleras que lo llevaran al primer piso de la estación del metro, sube las solitarias escaleras y recorre otro largo pasillo que a medida que lo recorre empieza a conseguirse un poco mas de personas que lo caminan a un ritmo mas lento que él, llega a los torniquetes y pasa rápidamente y fija dirección hacia las escaleras que una vez terminadas lo colocaran a tan solo dos cuadras del edificio donde vive, sube como siempre por las escaleras de los ya contados muchas veces cincuenta y seis escalones, tratando de demostrar que su condición física está por encima de las personas que suben con él las mismas escaleras, el momento es ideal para pasar rápidamente al hombre que esta por delante de él vestido con traje gris y en la mano un maletín de un falso cuero donde seguramente lleva una pesada laptop y al que se le nota que con cada escalón que pisa piensa que la meta esta muy lejos de cumplirse, como era de esperarse sucedió tal cual él lo pensó, paso muy rápido por su lado, sus zapatos junto con el resto de su ropa deportiva le dieron la confianza necesaria de subir casi corriendo los primeros diez escalones y poder exhibir a un completo extraño que está en muchísimo mejor momento que su anónimo rival, él mantuvo el ritmo diez escalones más cuando aparece su nuevo rival, una señora con obvio sobre peso vestida de forma muy humilde y con unas zapatillas que demuestra que las usa mucho por el evidente desgaste en la suela, llevaba consigo una bolsa que daba la impresión que su poco volumen no representaba el verdadero peso, él al verla no le dan nada de ganas de competir con ella, por lo tanto disminuye el paso y baja la velocidad, así demuestra a su nuevo adversario lo buena persona que puede llegar a ser al momento de no dar una lucha ante un rival que no esta a su altura, así que del paso rápido baja a un paso muy suave y la ve a ella por primera vez a unos calculados mentalmente 16 escalones de distancia, cabello negro largo que si no fuese por su cola de caballo llegaría fácilmente a la parte alta de su moldeada cadera, la camisa blanca y de solo dos finas tiras que la unen a la parte frontal de la misma hace que él piense inmediatamente en que debe de llevar un escote pero no le da nada de tiempo imaginarse como puede ser ya que baja la mirada a su trasero, moldeado como si se tratase de los que ve todas las mañanas cuando pasa el tiempo viendo las cuentas de modelos de bikini en instagram, jean negro muy pegado al cuerpo y en el bolsillo izquierdo unos cuantos billetes a punto de caerse por el movimiento de subir tantas escaleras, ya no la ve a ella como una rival mas, ya no quiere demostrar que puede subir mas escalones que nadie, ya la competencia se convierte en intriga, Ella no se entera lo que esta sucediendo siete escalones detrás, solo quiere terminar de subir y respirar un poco de aire fresco el viaje de solo tres estaciones del metro la dejo acalorada y de mal humor ve dentro de su cartera que esta colgada en su hombro derecho en busca de su celular y lee el mensaje de la amiga con la que se iba a reunir en aproximadamente cuatro minutos donde dice que no va llegar a tiempo y que si la puede esperar máximo una hora, la frustración que siempre siente cuando le toca esperar llega antes de terminar de leer el mensaje y piensa que lo mejor es ir aquel café donde hace unas semanas compró una Pepsi antes de ir regreso a su casa y en el que pensó que podría ser un buen sitio para pasar el rato. Ahora a tan solo cuatro escalones y manteniendo el ritmo que ella lleva, él piensa que la mejor excusa para hablarle es advertirle de los billetes de su bolsillo trasero que están a punto de caerse y podría ser el primer paso para intentar entablar una conversación, cuando nota que ella al sacar su celular de su cartera lo revisa por unos pocos segundos y ve como sus hombros hacen el típico movimiento de soltar el peso luego de un respiro profundo la ve guardar el celular nuevamente en su cartera y ambos al mismo tiempo levantan la vista para ver que solo falta  menos de la mitad de los escalones por recorrer, ella siente la presencia de una persona que le sigue los pasos, oye su respiración y le llega el olor de un hombre y le trae a la mente cierta sensación de armonía, piensa en el tipo de persona que puede tener a poca distancia que sin verlo le da confianza, él a solo dos escalones de ella se dice que lo mas prudente es que mantenga la distancia y no se acerque tanto porque luego tendrá que pasarla y quiere seguir admirando el movimiento de su cabello que va en sentido opuesto al de sus caderas de esta forma tendrá tiempo de pensar en exactamente las palabras que va a pronunciar al momento de hacer contacto con ella y decirle sobre los billetes, ella evita pensar en el hombre que esta muy cerca ya que siempre esa actitud la ha considerado paranoica y busca elegir de una vez que va a tomar al llegar al café y si es prudente que lo acompañe con algún dulce puesto que ya después del almuerzo se comió un pequeño trozo de pie de limón que le regalaron en su oficina; «hola, disculpa se te pueden caer los billetes del bolsillo» —pensó en decirle— «los billetes podrían caerse, guárdalos bien» — «¡flaca, esos billetes se te van a salir!» —iba pensando pero a él ninguna le parecía una buena frase para decirle a ella solo estaba convencido que cualquiera que saliera en ese momento debía hacerlo con una sonrisa, ella se decidió en que un simple mocaccino solo sin nada para acompañar seria lo que pediría al llegar al café, ve la sombra del hombre que nuevamente a cuatro escalones de distancia se iba fundiendo con la suya mientras se pregunta desde hace cuanto tiempo estaba sonriendo sin razón alguna y para evitar sentirse tonta buscó disimularlo lo máximo posible concluyendo que mientras menos escalones quedan mas cansada se va sintiendo y nuevamente busca no pensar en él, la ansiedad que experimenta cuando nota que solo faltan menos de seis escalones es grande por lo que sin darse cuenta él sube de dos en dos los escalones y se coloca justo a su lado, ella siente que él se sitúa justo a su lado y se asusta al mismo tiempo que se alegra, frunce el ceño y no entiende lo que pasa, él por primera vez en el trayecto abre la boca y respira por ella, busca las palabras para decirle algo pero no salen, ella voltea su mirada hacia la izquierda de forma brusca, él busca mirarla y trata en lo máximo posible no verse cansado al momento que voltea a su derecha, ella lo ve, él la ve, y su primera mirada es eterna, hay un tornado de emociones mezcladas con emociones en un solo segundo, inseguridad, calor, inquietud, entusiasmo, cansancio, alegría, bienestar, seguridad, sosiego, y finalmente estabilidad.

Él no habla, ella solo lo mira, cada uno intenta seguir caminando, los dos se dan cuenta que la inercia va hacer que se caigan puesto que notaron que ambos se detuvieron súbitamente, los dos caminan al mismo ritmo ahora, la velocidad de su respiración esta a la par del tiempo en que sus pupilas se dilatan, ambos terminan de cruzar miradas y ese segundo que tardó dos eternidades completas llega a su fin, ambos reconocen que deben hacer algo, decir algo, pero solo les queda dar un paso para poder dar otro, solo dos escalones para llegar, él recordó que había practicado decir algo, pero solo sonríe, ella estaba por completo bloqueada pero cuando su mirada instintivamente se enfoca en sus labios al mismo tiempo que estos empiezan una sonrisa lo que la hace pensar que solo queda un escalón y su cuerpo por si solo toma un respiro hondo y la exhalación se hace sonora.
   — ho…hola — dijo él, ignorando la vergüenza del tartamudeo.
   — ¡Hola! — respondió ella devolviendo la sonrisa.

Dieron un último paso y ambos respiraron un segundo aire.


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